¡La que se ha liado con la cabalgata! Seguramente los 3 Magos estarán avergonzados por haber hecho tanto ruido y habernos despistado una vez más de lo verdaderamente importante. No os preocupéis, no es vuestra culpa, es cosa nuestra. Polemizar y mezclar conceptos, sentimientos e ideologías es algo muy nuestro y muy de los tiempos socio-políticos que corren. Así que descansar tranquilos, que mucho habéis hecho ya llevando amor a tantos hogares de todo el mundo.
Después de haber leido, visto y escuchado cientos de acaloradas opiniones y temperamentales juicios de valor, me apetece compartir tres reflexiones que me surgen, que ni si quiera conforman una sólida opinión, pero que me parecen que al menos están pasadas por un filtro de mesura, cierta objetividad, optimismo, autocrítica y mucha prudencia.
- A mí no me gustó ver a los 3 Magos vestidos así. No me pareció acertado. Parecían disfraces de carnaval, «teletabis», pijamas… o el calificativo que más gracia os haga de todos los que se han dicho estos días. El caso es que no es la imagen que se aproxima más a la idea que tenemos en la cabeza de ellos. Creo que a veces por querer innovar, por querer sorprender, hacemos chorradas. Voy aprendiendo con los años que a veces lo mejor, lo más sabio, es dejar las cosas como están. Nunca oí a nadie criticar anteriores cabalgatas. Para estas cosas, creo que tener una mentalidad pragmática ayuda: «¿Qué gano y qué arriesgo haciendo yo esto, qué puedo perder.?» Si yo me hubiera hecho esa pregunta, no hubiera arriesgado tanto con estas vestiduras. «¿Qué gano yo? ¿Esto es realmente importante? ¿Me merece la pena cabrear a medio Madrid y no contentar especialmente a nadie?» Hasta aquí mi primer apunte. Sinceramente: no me gustó cómo iban vestidos los Magos.
- Me pregunto: ¿es proporcional todo lo que se ha dicho y escrito estos días por esto? Vivimos en un país que está en un momento clave. Nos jugamos cosas muy serias que ahora no toca ni mencionar. Esta Navidad no puede ser recordada por la de la cabalgata sino por la de la crisis, por la de las elecciones generales, por la del lío en Cataluña. Tenemos que tener la hondura y la sensibilidad de dedicar tiempo a lo importante. Vivimos un momento crítico y nuestras energías no se pueden ir (como el calor de la calefacción cuando abrimos una ventana de par en par) con estas menudeces. Que lo superficial eclipsa lo importante es evidente: no oigo a nadie hablar de la cena de Nochebuena con Personas Sin Hogar en el Ayuntamiento de Madrid, o de la supresión de las gradas VIP en la cabalgata en favor de la creación de un nuevo espacio para que niños discapacitados puedan disfrutar de la cabalgata. Para mí, eso es lo importante y como cristiano, eso es lo que quiero de mi Ayuntamiento y de sus acciones. Ambos gestos me hablan mucho más del Evangelio y sus valores que los ropajes de sus Majestades los Reyes Magos (que, por cierto, no eran Reyes y que si nos pusiéramos a valorar con esa exigencia y esa ortodoxia de tantos, poco tendría que ver lo que fueron y lo que hicieron con la celebración que casi dos mil años más tarde montamos por estas tierras).
- Creo que por los tiempos que corren toca hacer una reflexión pausada y de calidad sobre La Administración (Estado, CCAA o Ayuntamientos), lo cultural y lo confesional-religioso. Tenemos que situarnos todos en un marco lógico, que nos haga sentirnos cómodos, que sea coherente y que nos haga crecer. ¿Una cabalgata es una celebración religiosa o cultural? ¿Decorar el hall de un Ministerio es un acto religioso, de culto o más bien una tradición? ¿Que en la mayoría de hogares españoles lleguen los Reyes Magos es porque todos celebramos con sentido la Epifanía o es una costumbre que nos agrada? ¿Que un enorme porcentaje de las obras del Museo del Prado tengan una temática cristiana significa que visitarlo sea un acto confesional? Como españoles, europeos y mediterráneos tenemos una historia, una cultura y unas tradiciones judeo-cristianas. Esto no es debatible. Esas son nuestras raíces. Por lo que mucho de lo que somos, hacemos, mantenemos, celebramos, guardan estas raíces. Creo que con el afán de separar lo público de lo confesional, nos podemos cargar todo lo culturalmente cristiano que tenemos. Valorar y cuidar las tradiciones (en este caso cristianas) no es volver al Nacional-Catolicismo. No es lo mismo eliminar la Religión como Catequesis en la Escuela Pública que eliminar una asignatura que hable de las Religiones, siendo la más influyente en nuestras vidas, la Cristiana. Si algún político piensa que hacer una cabalgata «tradicional» es volver al Nacional-Catolicismo, está dando por hecho que gran parte de nuestra cultura cristiana no lo es, sino que es una manifestación tras otra. Así que ir al Prado debe ser algo parecido a celebrar una Vigilia de Resurrección… Creo que debemos separar lo religioso de lo público pero que no debemos ser tan incultos ni tan irracionales como para cargarnos lo que somos aniquilando nuestras raíces, nuestras tradiciones, nuestra cultura. Si de verdad queremos protegerla, no acabemos con algo que inspiró (y sigue inspirando) tanto arte, tanta cultura, tanta tradición que une y alegra, mucho más que separa y entristece. No al Nacional-Catolicismo, Sí a separar lo religioso de lo público (me viene a la cabeza el «Dios bendiga América de los Presidentes de EEUU) y Sí a cuidar nuestro Patrimonio Cultural, aceptando la gran influencia que el cristianismo tiene sobre éste.
Esta foto la completaría con una tercera señal que uniera las dos, se llamaría Culture, y dejaría visualmente claro que nuestra cultura inevitablemente relaciona y une en ocasiones al Estado con La Iglesia. Es cosa nuestra ver cómo nos lo montamos para que sea una riqueza para todos y no una atadura y un motivo para la fractura.
Muy buenas reflexiones. Pero yo me quedo con una de tus frases: «Tenemos que tener la hondura y la sensibilidad de dedicar tiempo a lo importante». Con la de cosas que pasan en el mundo, dedicar horas y horas a este tema me parece estúpido. A la gente le pone criticar, y si es a esta mujer y a su política de cambio, más aún.
A mí tampoco me gustaron los trajes de los Reyes Magos, pero creo que por eso no se acaba el mundo. Y sin entrar a debatir en si eran feos o bonitos, no me gustaron porque echaron por la borda la idea que tenía de ellos y que alguien, en su día, nos metió en la cabeza (no sé si en la Biblia u otro documento se describen sus trajes. Y si es así, retiro lo dicho). ¿En serio es tan importante para un niño que los reyes magos no vayan vestidos como antaño? ¿Tan tan importante como para que los padres se lleven las manos a la cabeza y que digan que han acabado con la ilusión de los niños? ¿NO será que han acabado con la nuestra? Me apena mucho que todo se haya centrado en sus estúpidos trajes de carnaval y nadie haya hecho mención al discurso tan bonito de Melchor, por ejemplo.
Yo también voté a Carmena, y su gusto hortera no me hizo perder la ilusión por la magia de la noche de reyes. Carmena, yo ya te he perdonado.
Genial. Totalmente de acuerdo.
Muy de acuerdo, como siempre! Sólo matizaría una cosa: yo estoy de acuerdo con separar lo religioso de lo INSTITUCIONAL, no de lo público.
Es decir, aquél que sea representante oficial de todos los ciudadanos, creyentes o no, debe abstenerse de mostrar sus creencias en actos institucionales. Pero creo que es nocivo que cualquier referencia en público a lo religioso (incluso cuando se trata de alguien que se expresa a título personal) se convierta en un tabú, como pasa cada vez más en nuestra «moderna» sociedad…
Entiendo que la entrada de este blog va en esta misma línea, pero me apetecía matizar 😉