Hace ya varios años ví «The Visitor», una maravillosa película que habla sobre la amistad que un profesor de universidad y un joven músico sirio forjan en la ciudad de Nueva York. El joven es un inmigrante sin papeles, de los que ahora señalamos con el dedo y les llamamos ilegales. Aunque con momentos muy simpáticos, la película cuenta un verdadero drama: la situación de irregularidad del joven sirio y su encarcelamiento en un CIE. ¿Y eso qué es?
Los CIEs son Centros de Internamiento de Extranjeros. En ellos viven las personas inmigrantes que no tienen en orden sus papeles y por lo tanto, tienen abierto un expediente de expulsión del territorio nacional. Es un invento de Occidente (¡qué raro!), nos viene dado desde la Unión Europea y también los hay, y muchos, en EEUU.
Aquí en Madrid, tenemos uno. Está en Aluche (el de la foto). Aunque el Ministerio de Interior lo define como un centro de carácter no penitenciario, lo cierto es que parece una cárcel, ¿no?
Se sabe muy poco de éstos, se ve que no hay mucho interés en darles publicidad. Y eso, ¿por qué será?
Se denuncia continuamente la vulneración de los derechos en estos centros. Derechos fundamentales como el de la libertad de los internos y el de la libertad religiosa. No sólo eso: que yo recuerde, han muerto ya dos personas en nuestros CIEs españoles: la congoleña Samba Martine en Madrid y el guineano Idrissa Diallo en Barcelona. ¿Hace falta algo más para acabar con estos centros?
Esto me hace pensar sobre el mundo que estamos construyendo. A cualquier persona que huye de su país y lo deja todo, que llega a uno nuevo de manera clandestina, que no tiene absolutamente nada (supongo que miedo), que va a tener que sobrevivir, dormir en la calle, trabajar de lo que sea, aprender un idioma, mendigar… nosotros le recibimos llamándole ilegal. No tienes papeles y como te pillemos, te mandamos a un CIE. Y del CIE, de vuelta a ese país del que te querías librar.
Sé que las cosas están muy mal por aquí, que nuestro Estado de Bienestar que habíamos montado se nos está viniendo abajo pero todas las personas del mundo tenemos unos derechos mínimos que nos tienen que respetar y bajo ese criterio nadie debe ser ilegal, a nadie se le debe negar el derecho a la sanidad y nadie debe ser internado en un CIE por no tener los papeles en regla.
Las personas que hoy desbordan el CIE de Aluche no tienen ninguna culpa. A ellos no les preguntaron dónde querían nacer, simplemente les tocó ese lugar. Ahora huyen de él. Suficientemente injusto es esta situación. No la agrandemos aún más señalándoles con el dedo, metiéndoles en estos centros, llamándoles ilegales, cerrándole la puerta de nuestros ambulatorios y hospitales.
Tenemos una obligación moral con estas personas, tomémonosla en serio.