El Catecismo de la Iglesia Católica no es un texto sagrado, no es La Palabra de Dios. Por eso, cuando algún miembro de la Iglesia me mira raro cuando discrepo con partes de este texto, tengo que recordarme a mí mismo que no pasa nada por tener opiniones diferentes al Vaticano, que Dios nos hace libres y que si en las palabras y acciones de miembros de la Iglesia no veo el Amor de Dios, puedo manifestarlo. No pasa nada. No quiero menos al Pueblo de Dios, no soy un adoctrinado de El País o del Gran Wyoming… No, sólo discrepo en algunos puntos del Catecismo. En la gran parte coincido, me habla mucho de Dios, de Jesús, del Espíritu. En temas como los de la sexualidad y en concreto, la homosexualidad, discrepo. ¿Jesús diría esto de ellos? ¿Les llamaría depravados? ¿Desordenados? ¿Les negaría el Sacramento de la Eucaristía a aquellos homosexuales que tengan relaciones sexuales, de y con amor, con sus parejas, con sus maridos y mujeres? Leo y escucho muchas cosas que me hacen pensar sobre la distancia que a veces creamos los miembros de la Iglesia con la Palabra de Dios, con el Evangelio, con los actos con que Jesús nos enseñó a amar a Dios sobre todas las cosas, que no es otra forma que amando al prójimo. Y supongo que los homosexuales también son el prójimo.
«Castidad y homosexualidad (por el Catecismo de la Iglesia Católica)
2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan (1)una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. (2)Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta (3)como depravaciones graves (cfGn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son (4) contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. (5) No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. (6)Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están (7)llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.»
Acabo aclarando que a mí, como miembro de la Iglesia, del Pueblo de Dios, el Catecismo me une más que me separa al resto de cristianos católicos y a Jesús. Pero no por eso voy a dar el OK a todo el texto, voy a obedecerlo, voy a defenderlo sin más. Sus motivos tendrá el Vaticano de escribir y defenderlo pero yo también tengo mis motivos para discrepar y para criticar determinados aspectos del Catecismo. Y éstos ya los he dicho: para mí, estas palabras, estas sentencias categóricas que sin duda discriminan a personas que creo que no tienen la culpa de nada, se alejan mucho del Jesús que yo intento seguir con coherencia y radicalidad, de un Dios que nos acoge y nos quiere a todos por igual.
Estoy de acuerdo, a mi hay más cosillas que me rechinan, pero imagino las incluirás en la parte II, jejejeje, un abrazooo