Volvamos a las primeras comunidades, donde la pasión y el contagio podían con el miedo. Volvamos a desgastar las suelas hasta llegar al sitio más remoto. Retomemos el camino a la intemperie. Recuperemos las ganas de gastar la vida. De desgastarnos. Releamos de nuevo los signos de los tiempos. Gritemos al otro la buena noticia. Prendamos fuego a todo, que los corazones ardan, los ojos se iluminen. Volvamos a tirar de esas cadenas que nos estrangulan hasta acabar con ellas.
Volvamos a reunirnos en torno a un fuego. Y mientras nos calentamos, volvamos a trazar un plan de salvación. Recuperemos la horizontalidad, sin jerarquías, ni medallas, ni rangos, ni insignias, ni sueldos, ni títulos, ni mitras, ni bastones de mando, ni méritos. Reiteremos. No desfallezcamos. A cada frenada, una nueva zancada. A cada valla, un nuevo salto. A cada insulto, una propuesta de mejora. A cada muro, un nuevo abrazo, más cálido y acogedor que el anterior.
Volvamos a ambicionar los mejores carismas, a localizar lo realmente importante y buscarlo de una manera radical. Que solo lo importante nos ponga de rodillas. Nos toca responder, nos toca implicarnos, mancharnos las botas de barro. Ya nada puede volver a ser como era. Somos testigos de una verdad que nos debe dejar inquietos hasta que crucemos la puerta. Volvamos a ser más de derechas que los de derechas y más de izquierdas que los de izquierdas. Calientes que no violentos, radicales pero no intransigentes, intensos que no injustos. Acogedores, amorosos, respetuosos, misericordiosos pero nunca tibios.
Lo bueno de la noche, del momento más oscuro de la misma, es que está a punto de acabar. Justo en ese momento en que el cielo no puede estar más negro, justo ahí sucede. El alba irrumpe, la luz vuelve y el día vuelve a comenzar.
(Esto lo he escrito después de unos Ejercicios Espirituales preciosos con mi Comunidad en Villagarcía de Campos donde entre otras muchas cosas celebré mis 33 años de vida y nueva paternidad, después de leer a Charles de Foucauld, después de un fin de semana intenso y muy loco con el Partido Político «M+J» y después de escuchar durante casi una hora al loco de los locos y por eso buen amigo, Jorge)
Enhorabuena Álvaro!Soy Cristina de Bilbao, mujer de Jesús Barcina…!Te he leído en un paréntesis del trabajo, me he emocionado al hacerlo, por tu alegría desbordante del momento, y por compartirlo. Me alegro de tener estos compañeros de viaje en esta aventura sociopolítica que nace
desde lo mas hondo y noble de cada uno !!
Este tío, este loco barbudo, este oso amoroso, este gorila simpático, este marido y papá, este voluntario comprometido con todo, este trepa del servicio, este discípulo, profeta incluso, SIEMPRE despierta mi más absoluta admiración. Si el mundo tuviese simplemente ojos para él… otro gallo nos cantaría. Si le dejasen hablar en la tele en horario Champions, el país quedaría rendido. La transformación del mundo es, no sólo posible, sino ya inevitable. La justicia va a llegar… pronto… ya se acerca! Lo sé porque he conocido a las tres personas mencionadas en este post: Álvaro Galera, Jorge Serrano y Jesús Barcina.