Autor: Miguel Ángel de Juan
De entrada ya aviso que la pregunta me parece una tontería por las consecuencias que trae el intentar contestarla. La preocupación por el número de los asistentes es una distracción de lo importante: encontrarse con Jesús. Y hemos tenido el ejemplo con la misa de las Familias en la Plaza de Colón y cómo se valora su éxito por el número de asistentes.
En el caso de las pequeñas comunidades en la que nos conocemos todos, la asistencia cobra otro sentido. Cuando falta alguien, le echamos de menos y no nos preocupamos por el número sino por estar unidos.
Pero cuando hablamos de la Iglesia en general, lo que me preocupa es el interés de muchos obispos en medir la acción de Dios con las cifras de asistentes. Y ese interés proviene de tener otros objetivos distintos de los que tenía Jesús:
– Cuando gobernaba el PSOE, las convocatorias de las misas multitudinarias buscaban demostrar que hay muchas personas con una opción política distinta.
– También se pretende «dar testimonio de Iglesia» asistiendo a las misas para que se reconozca el peso de la Iglesia en la sociedad.
– Otro motivo es sentirse arropado por la masa, cuantos más seamos más reconfortado me siento de pertenecer a un grupo importante.
– Y el motivo más sencillo: me llaman y me siento obligado a ir sin plantearme los motivos más profundos.
Parece que la Iglesia imita al Ejército. En una fecha especial sacan a sus efectivos de sus habituales quehaceres, cortan la Castellana, y hacen una demostración de su presencia para recordar a la sociedad que existen. Es una acción de marketing que pretende transmitir una imagen determinada, unos valores y una relevancia que los medios de comunicación no le reconocerían con las actividades normales.
Pero la Eucaristía es otra cosa. Es el encuentro de los cristianos con Cristo.
Él mismo nos decía: «En eso conocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros» (Jn 13, 35). No hay otra manera de dar testimonio ni podemos buscar otras acciones para que nos reconozcan.
No hay que demostrar nada a nadie; hay que amar con humildad como lo hizo nuestro Maestro.
No hay que demostrar nada a nadie; hay que amar con humildad como lo hizo nuestro Maestro.
(Este artículo y muchos más los podrás encontrar en eucaristiasloyola.blogspot.com.es)
Una vez más discrepo absolutamente! Creo que no existen tales obispos que miden todo en número de asistentes… creo que la grandeza de la Iglesia universal no es incompatible con los grupos pequeños donde se vive la fe en grupo y creo que hay que enseñar a los políticos que los católicos tenemos una forma de ver la vida que tendrían que tener en cuenta a la hora de gobernar… educación, familia, aborto… somos muchos! Esto no quita que tengamos que esforzarnos para ser auténticos cristianos… tenemos que recordar lo que nos hace hermanos!
Una vez más no,en este blog es la primera vez que discrepas. Aquí es bienvenida toda opinión.
Creo que discrepas con muy poco de lo que piensa el autor de este post, sólo crees que los obispos no están preocupados por los números… Yo, la verdad, es que si vivo una parte de Iglesia muy preocupada por esto, intentando demostrar siempre su fortaleza y poder… Pero es una visión más. Me alegra que tú seas optimista en esto.
Y respecto al resto de parrafada, bastante de acuerdo. Es obvio que la comunidad pequeña es compatible con la Iglesia, el autor no dice lo contrario. Lo del esfuerzo y que somos hermanos, tan obvio como verdadero. Lo de que tengamos que enseñar a los políticos me rechina bastante. Mientras haya libertad religiosa (y está respaldada por nuestra norma suprema), creo en una democracia y no en una teocracia. Para vivir la Fe, no necesitamos que el Estado también la viva. Creo que separar Estado e Iglesia es tan sano como necesario. Por desgracia, venimos de las 2 Españas, con todo lo que ello conlleva. La nacional católica, la republicana anti-clerical… ¡qué lejos queda eso de Jesús y de su amor! No mezclemos política y las religiones y todos ganaremos.
Muchas gracias por expresar tu opinión.