Ayunar, Señor, para esperarte. Para vivir en Comunión con los que verdaderamente pasan hambre. Ayunar para aprender a prescindir y experimentar que pese al esfuerzo, uno se libera cuando vacía el macuto y se queda solo con lo necesario.
Orar, Señor, para alimentarme. Oro para conocer más a quien sigo. Oro para peregrinar Contigo en el camino de la Vida. Oro para dar sentido, ¿por qué voy a ayunar y dar limosna sino es por Tí?
Dar limosna, Señor, para compartir lo que nos ha tocado tener con los que no tuvieron tanta suerte, o incluso sí que la tuvieron pero se la arrebatamos entre unos pocos. ¿No se supone que el ser hijos tuyos nos hace a todos hermanos? Entonces, ¿por qué tantos hermanos tienen tan poco y tan pocos hermanos tenemos tanto?